Si hay algo, una de esas cosas que he echado de menos tras la llegada a Alicante y durante estos años, después de dejar Madrid...una de esas cosas, es curiosamente el Metro de Madrid.
Quizás sea porque me ha marcado de alguna manera.
Aún recuerdo cuando apenas tenía 4 o 5 años aprox, aquellos vagones moles de hierro con su característico color rojo.
Recuerdo aquellos vagones llenos de ruidos estridentes, metálicos que aturdían la quietud de la mente. Aquellos mismo vagones que se iluminaban de unas caprichosas bombillas de tamaño considerable, que daban un color característico al interior del vagón.
En aquellos vagones se podía encontrar un espacio semi-cerrado por barrotes en donde viajaba una persona que siempre iba de pie y se encargaba de vigilar la entrada y salida de personas y de cerrar personalmente mediante una palanca las puertas de su vagón.
Vagón que entre el ruido infernal y el aspecto retro-industrial eran por aquella época una especie de diversión y misterio al mismo tiempo.
Diversión quizás, porque por aquellos años, se podían encontrar vendedores de comic entre los pasillos del metro, y de cuando en cuando caían en mis manos alguno que compraba mi madre, imagino que para que no diese tanto la lata o como se suele decir, que estuviese quietecito, y calladito.
Misterio, y algo de terror al observar aquella poderosa y gran boca negra que parecía tragarlo todo, incluso la luz, era como un agujero negro, el cual por más que miraba en su interior no llegaba más cosa a mis ojos que el negro, puro y duro. Negro carbón, negro oscuridad, negro miedo.
A veces llegué a soñar alguna que otra pesadilla con las estaciones de Metro y e de reconocer que eran realmente curiosas, casi de película. Una de ellas y quizás la más inquietante, se ofrecía de la siguiente manera. Yo llegaba a la estación (no recuerdo si con mi madre o solo) y tras situarme en mitad del anden entre la pared y el borde de este, empezaba a sentir un temor extraño que se iba acrecentando según iba aumentando el ruido del metro que se acercaba (aún sin ser visible) aquel ruido característico que aumentaba paulatinamente.
Cuando dicho tren estaba acercándose a la estación (ya se veían a lo lejos las luces), de repente el propio anden empezaba a inclinarse cada vez más y más con el único y claro sentido de que yo resbalase y cayera en la vía del Metro.
Eran momentos tensos.
Pero aparte de estas curiosidades de la mente, para mi como para la gran mayoría de la gente que vive en Madrid, el metro ha significado algo muy importante como medio de transporte, por su facilidad para poder moverse por la ciudad, su agilidad y rapidez.
Siempre he visto el metro como si fuese una segunda ciudad, distinta a la de la superficie, pero con sus tiendas, sus historias, sus músicas, sus gentes, sus anuncios, y sus peligros entre otros. Tiene una magia especial, sus pasillos y distintos ambientes según la iluminación etc.
En cierto modo, cuando pasa el metro por la estación, es como si vieses pasar parte de tu vida en un flash en cual puedes perder o conseguir lo que te propones según cojas o no el vagón de tu destino.
Viajar en metro es en si mismo una filosofía de vida.
Quizás se añore últimamente también, porque ahora generalmente no puedo usarlo al estar en Alicante, quizás se le hecha especialmente de menos, y se le añora con cariño, quizás.. es curioso, porque pasa con muchas cosas más, que no te das cuenta de lo que tienes o no se valora del todo hasta que dejas de tenerlo.
Poco a poco el metro se fue modernizando, cambiando sus trenes y hoy aún en pleno proceso de expansión, crecimiento y modernización. Sus trenes ya no tienen nada que ver con los de antaño, aunque aún quedan algunos modelos semi-antiguos, los de hierro rojo ya los quitaron, esos pasaron a la historia.
Ahora esos vagones del Metro de hoy en día, por llevar llevan hasta televisión incorporada, para que los tímidos puedan mirar más allá de donde se cruzan las miradas, mientras que otros, las cruzan buscando otros ojos quien les miren y de fondo, conversaciones fugaces que se pierden en el espacio-tiempo.
Lugar de mestizajes de color, lenguas y pensamientos, de silencios, de tristezas, melancolías, alegrías y pasiones prohibidas.
¿Lo peor del metro? Quizás ciertas horas punta, en las que ir en sus vagones, puede ser más que una experiencia, y llegar a sentirse como una sardina enlatada.
Ahora paradojas de la vida, están construyendo lo que será el futuro metro de Alicante, aunque en realidad se llama tranvía pero que en cualquier caso, viajará por debajo del suelo cuando pase por el centro de la ciudad.
Lógicamente la expectación y la alegría es máxima, teniendo en cuenta aún más que tras 4 años y pico que vivo en Alicante, he podido comprobar de primera mano que el tráfico circulatorio en coche por esta ciudad es un autentico caos, no se si tanto o más que Madrid, a veces pienso que más, pero ...no se no se....
En cualquier caso, creo que este tipo de medios de transportes son un gran avance, y tanto unos como otros, ayudan a la descongestión del tráfico y a un mayor fluir de sus ciudadanos.
Esperemos que en el futuro, quizás dos o tres años, empiece a circular el TRAM (tranvía de Alicante) y quizás en ese momento, recuerde por instantes, aquellos vagones rojos de metal que recorrían los bajos de Madrid.
Al final uno abre los ojos y escucha, final de trayecto es hora de bajarse y subir a la superficie donde la ciudad sigue su pulso, y mientras tanto, uno va recordando Madrid.
PD. La línea 1 fue la primera en abrir en el Metro de Madrid, la inauguró Alfonso XIII en 1919
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Info:
-Metro:
http://www.metromadrid.es/
http://es.wikipedia.org/wiki/Metro_de_Madrid
-Tranvía Alicante
http://www.tram-alicante.com/
http://www.fgvalicante.com/tram/html/home/home.asp
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